Con las piernas aún cargadas por la acumulación de kilómetros de las últimas semanas (y de las series de ayer), decidí salir para hacer un rodaje tranquilo de esos en los que no se mira la distancia ni el tiempo hasta que terminas y además con muy buena compañía, con mis dos peques en bici haciendo de liebre.
Al final rodé 50 minutos recorriendo 10,5 kilómetros (ritmo medio 4:45). Necesitaba un entrenamiento de estos, “sin presión” por distancias y ritmos.
Después de una buena ducha, visita al fisio donde Milagros y Cristina a cuatro manos me dieron una “paliza” de las buenas. Ahora bastante dolorido pero merece la pena, mañana como nuevo y a entrenar pensando en Londres…
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