La
carrera
Sevilla,
nueve de la mañana del 21 de febrero de 2016, los nervios a
flor de piel y en la megafonía sonando a todo volumen el “Highway
to Hell” de AC/DC como señal de lo que está por venir.
Mientras tanto trece mil gargantas iniciamos una emocionante cuenta
atrás, “seis, cinco, cuatro...”
Son
los momentos previos a la salida del maratón de Sevilla, una
vez más me encuentro frente a los temidos y a la vez deseados 42.195
metros de asfalto y aunque junto con otros trece mil corredores más,
como siempre habrá que enfrentarlo en soledad.
Con Mario del CdC antes de la salida
Esta
nueva aventura empezó hace catorce semanas, tras la inscripción en
la carrera tocaba afrontar un largo periodo de entrenamientos con
mucha ilusión y no poco esfuerzo.
Al
contrario que en maratones anteriores, las dos primeras semanas de
preparación no fueron todo lo ilusionantes que cabía esperar,
simplemente entrenar y punto. Pero poco a poco el gusanillo del
maratón empezó a hacerse notar, buenas sensaciones en los
entrenamientos, más kilómetros e intensidad hicieron que el reto
pareciera cada vez más cercano y motivante.
Fueron
pasando las semanas y tanto física como mentalmente cada día me
sentía más fuerte. Salían muy buenos ritmos en las series, siempre
muy cómodo con las tiradas largas y sobre todo disfrutando que al
final es de lo que se trata. Los días de descanso servían para
recuperar fuerza y afrontar así los entrenamientos que estaban por
venir, que no eran pocos ni suaves.
Durante
estas catorce semanas, como es inevitable por otra parte, también
hubo momentos no tan buenos, dudas en cuanto a si los ritmos de
entrenamiento eran buenos o no, molestias que iban y venían y hacían
aparecer el miedo a las lesiones, dificultades a la hora de cuadrar
horarios para poder entrenar, rodajes con no tan buenas
sensaciones..., pero al final de cada entrenamiento estaba la
respuesta a esas dudas y temores y siempre era la misma, merece la
pena intentarlo.
Han
sido 1027 largos kilómetros de entrenamientos que me llevaron
a Sevilla, donde os había dejado antes con una emocionante cuenta
atrás, “...tres, dos, uno” y a poner la maquinaria en
marcha. Primeras zancadas y por delante tres horas largas de carrera,
el objetivo deportivo bajar de 3 horas 15 minutos, pero en el
momento de cruzar la línea de salida lo único que pasa por mi mente
es llegar a meta y no sufrir en exceso, digo en exceso ya que sufrir
en un maratón es inevitable.
En
esta ocasión he decidido correr un poco por sensaciones, sin ir
pendiente, o al menos muy pendiente, de los ritmos de carrera. Los
primeros kilómetros van pasando y noto que voy un poco más fuerte
de lo previsto, pero decido seguir ya que me encuentro cómodo con
ese ritmo. Llego así al kilómetro seis de carrera junto a la
Maestranza de Sevilla, donde me espera María que con sus
gritos de ánimo me da ese empujón de moral tan necesario en una
carrera tan larga. En ese punto tomo el primer lap y me sale un ritmo
medio de 4:25, diez segundos por kilómetro menos de lo previsto pero
mi cabeza dice que siga y le hago caso.
Sigo
avanzando y pasando kilómetros, ni rastro de molestias y el ánimo
por todo lo alto. Los aplausos y el griterío del abundante público
hacen que me venga arriba y pueda mantener el ritmo sin dificultad,
más bien al contrario, me tengo que ir “frenando”. Llega el
kilómetro doce, nuevo lap y ritmo medio 4:27, todo va bien.
Mi
cabeza piensa ya en el kilómetro 17 donde me espera
nuevamente María, sabía que verla me daría más fuerzas de las que
ya llevaba. Pero al igual que mentalmente es importante el apoyo y
ver a los tuyos, no verles también tiene su efecto, con toda la
gente que había ni yo la vi ni ella a mi, durante los dos siguientes
kilómetros el ritmo no decayó pero debo reconocer que me quedé un
poco “frío” y con cierta inquietud. Aún así la maquinaria
estaba engrasada y seguía funcionando perfectamente, nuevo objetivo
llegar a la media maratón que crucé en 1:33:44, más o menos
a 4:28 el kilómetro.
Fue
en ese punto cuando más dudas tuve sobre que ritmo llevar, la cabeza
me pedía por un lado apretar un poco pero por otro me decía que aún
quedaba mucho maratón por delante y quién sabe si el famoso hombre
del mazo estaba por ahí de guardia. Mi duda era si esos primeros
veintiún kilómetros más rápidos de lo previsto me irían a pasar
factura más adelante, así que decidí aflojar un poquito
ajustándome al ritmo que inicialmente tenía en mente, más o menos
4:35.
Llegué
así al kilómetro treinta y tres con un ritmo medio de 4:29,
muy buenas sensaciones y sin rastro de problemas, salvo un par de
paradas para “deshidratar”, ya me entendéis. Esto fue
consecuencia de “repostar” agua e isotónicos en casi todos los
avituallamientos y combatir además así el sol y el calor que ya
empezaban a apretar un poquito. Me salvó la decisión de llevar
gorra.
Desde
ese punto de carrera decidí aflojar otro poquito, o poquillo como
dirían por Sevilla, por miedo a lo que aún quedaba y sin duda
también por lo que ya había dejado atrás y que empezaba a hacer
mella en las piernas. Empecé entonces a tomar laps con más
frecuencia, cada dos kilómetros, para comprobar que tampoco me
estaba relajando en exceso. Se sucedieron varios parciales por encima
de 4:40 que me vinieron muy bien para recuperar un poco de energía,
ayudado también por los avituallamientos sólidos, unos riquísimos
trozos de plátano a esas alturas son un manjar y una enorme fuente
de energía.
Con
fuerza y enormemente motivado encaré los últimos tres kilómetros,
el cuarenta y uno a 4:31 y disfrutando, no se podía pedir más
y entonces apareció nuevamente María, esta vez si nos vimos y fue
el aliento perfecto para entrar en el Estadio Olímpico de La
Cartuja y cruzar la línea de meta en un tiempo de 3 horas 12
minutos y 37 segundos.
Era
mi quinto maratón, pero cruzar la meta sigue siendo igual de
emocionante que el primero, prueba de lo duro que es tanto el maratón
como la preparación del mismo.
En
resumen ya puedo decir que este ha sido además de mi maratón más
rápido, en el que más he disfrutado por lo bien que me he sentido
durante todo el recorrido. Con el lógico cansancio que provoca
correr 42 kilómetros y 195 metros, pero controlando en todo momento
y sin sufrir en exceso, así que prueba superada.
El
Cachondeo
Además
de lo deportivo, el maratón conlleva otro tipo de cosas, viajes,
preparativos y mucha diversión. En esta ocasión tocaba Sevilla y la
verdad que no nos defraudó, una gran ciudad y menudo ambientazo.
Mucha caminata y visita cultural, callejear todo el día y por el
camino unas cuantas tapas y cervecitas bien frías que no todo va a
ser correr. Además este fin de semana jugaba el Sporting
contra el Betis así que gran ambiente rojiblanco por las calles,
como no podía ser de otra manera y un punto para la mochila.
Los
amigos del running
No
me quiero olvidar de mis amigos del Club del Corredor del Grupo,
especialmente de Mario y de
Toni. El primero terminó también el maratón de Sevilla con un
tiempazo, mejor de lo que esperaba. De todas formas viendo como
habían ido los entrenamientos ya contábamos con ello.
Toni
con peor suerte, se nos lesionó a falta de cuatro semanas y al final
no pudo participar, de todas formas nos acompañó en Sevilla cosa
que se agradece y además sabemos que el “veneno del maratón”
corre otra vez por sus venas y en cualquier momento nos anunciará
nuevo reto, pero por ahora toca recuperarse, que ya habrá más
ocasiones.
Del
resto de miembros del Club del Corredor, poco más puedo decir que no
haya dicho ya en anteriores entradas del blog. Han estado siempre ahí
apoyándonos, dándonos ánimos y lo que es mejor entrenando con
nosotros. Madrugando sin necesidad, dándose palizas de rodajes sin
que les tocase y siempre con humor y buena sintonía. Como muestra de
su apoyo, los más de 100 mensajes de whatsapps que nos esperaban al
cruzar la línea de meta. GRACIAS DE VERDAD.
Tampoco
me olvido de Luis, que con sus consejos nos ha llevado a cruzar la
meta y de que manera además.
La organización
Se organizaron autobuses lanzadera que en ningún momento pensaron en los que nos alojábamos en la zona histórica, así que tocó pagar taxi y gracias que lo encontramos. A la vuelta más de lo mismo, si volvíamos en las lanzaderas los acompañantes no nos podían acompañar y además de que en mi caso me dejaban bastante lejos del hotel y digo bastante lejos sin exagerar y yo estaba en el centro histórico, no en la periferia. Creo que tras el esfuerzo realizado lo mínimo era tener previstos desplazamientos a diferentes zonas de la ciudad, sobre todo teniendo en cuenta que tanto la salida como la meta estaban muy lejos de la zona centro.
De todas formas insisto en que es una crítica constructiva y que por lo demás la organización fue de diez.
La despedida
De
la organización del maratón simplemente decir que fue estupenda, la
recogida de los dorsales, la salida y las atenciones durante todo el
recorrido fueron inmejorables, tan solo una pequeña queja
constructiva que espero pueda servir para mejorara en próximos años
y es que el transporte tanto desde el centro de la ciudad a la salida
como de la meta a la ciudad fue pésimo.
Se organizaron autobuses lanzadera que en ningún momento pensaron en los que nos alojábamos en la zona histórica, así que tocó pagar taxi y gracias que lo encontramos. A la vuelta más de lo mismo, si volvíamos en las lanzaderas los acompañantes no nos podían acompañar y además de que en mi caso me dejaban bastante lejos del hotel y digo bastante lejos sin exagerar y yo estaba en el centro histórico, no en la periferia. Creo que tras el esfuerzo realizado lo mínimo era tener previstos desplazamientos a diferentes zonas de la ciudad, sobre todo teniendo en cuenta que tanto la salida como la meta estaban muy lejos de la zona centro.
De todas formas insisto en que es una crítica constructiva y que por lo demás la organización fue de diez.
La despedida
Ahora
ya si que me despido y como no podía ser de otra forma hoy también
os digo que PROMETO ENTRENAR, aunque de momento habrá que
descansar unos días.